jueves, 7 de febrero de 2019

Escribir en ¡shock!

Hacía mucho que no leía en portugués sobre los cambios que trajo la cartera de ministros del gobierno de Bolsonaro. Con la lectocomprensión. Eu não falo. El portuñol lo comprendí cuando conocí a un chico que se hizo amigo mío en el viaje a Bolivia. Él vivía en Río de Janeiro y nos acompañamos desde el lago Titicaca hasta el final del recorrido de los salares del Uyuni.
Durante el mismo año nos comunicábamos como podíamos a través del messenger. Cada uno desde su ciudad. Fue uno de los que me estimuló a volver a escribir después de mucho tiempo. A releer la ciencia ficción. Ese mismo año que salí del clóset. "Algo oculta vocé" me dijo antes de despedirse en Bolivia.
Con él tuve una relación a la que llaman homoerótica. Más para el afuera que entre nosotros. Nunca vi las fotos que nos sacamos juntos como si fuésemos una pareja de viaje. Tuve una atracción con él fallida durante el viaje. Salimos en Sucre y pasamos la noche bebiendo cervezas. Ese día corrimos bajo la lluvia por las calles empedradas antes de llegar al hostel completamente mojados. Antes de dormir hubo un cruce de miradas. Él me sonrió. Me, me, me alarmé un poco, el pequeño y primer susto de lo que sentía. Me acosté de espalda a él completamente ruborizado y con el corazón agitado. Nos despertamos con los problemas de los husos horarios de Bolivia y mi celular configurado con la hora argentina. Y el sobresalto nocturno en offside. Llegamos a la terminal de micros dos horas antes. Me quería matar y él también. Seguía lloviendo y con el frío del Altiplano.
Él fue uno de los pocos que comprendió cuando empecé a salir del armario. Aunque ese mismo año me arrepentí de haberlo hecho. Me broté contra todos. Creo que las identidades no salen así nomás. Por lo menos conmigo me llevó a tener ataques de pánico y a beber todos los días como un castigo y no podía dormir. Los aullidos nocturnos. Me deprimí mucho cuando me di cuenta saber quien empezaba a ser. Y el rechazo familiar de lo que me estaba pasando. Hubo un período suicida que supieron contenerme a la locura que tenía encima. Cuando en algún momento el cansado río me dijo basta ya. De ocultar.
Al brasileño lo dejé de ver en términos muy confusos. Pájaro que comió voló o se asustó cuando vino solo a Buenos Aires. Estaba en llamas cuando me acosté, diría García. Creo que si él leyese este blog hoy me diría: "Estás contando muchas cosas personales". Lo que a Patricio Pron le parece la literatura del yo, que trata de vaciar todas referencias personales, aunque reconoce que se le cuelan.
Un drogón diría: "Pero es tan rica".

¿Por qué siempre llueve cuando me levanto?

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