miércoles, 26 de diciembre de 2018

Chistes de velorios


Se están muriendo los padres y madres de mis amigos. Como mi papá. Y me asusto cuando mi vieja se enferma. Sé que no me puedo hacer el gil. El desamparo de grande, aunque no lo creamos, se vuelve enorme. Nos mal acostumbramos a que los padres no se tomen vacaciones.
Y con mis amigos la estamos afrontando de otra manera. Será que la muerte nos avisó antes de un amanecer con un amigo que espichó en un accidente de tránsito. Y viste que con los accidentes no te avisa nadie. Si tenés alguna enfermedad terminal algo se huele antes que algo puede salir mal.  Este blog no tiene este dominio por él. Eso. Fui de los primeros en enterarme y quizá me afectó tanto  porque lo tenía muy cercano sobre lo que significaba para esos tiempos el porvenir. Y no estoy hablando de fútbol. Puedo ser alguna viuda de un rockero que no llegó a  clasificarse. Un adolescente que buscaba salir de los bardos familiares y tenía una linda oportunidad de trabajo cuando el futuro sonreía en medio de la crisis más grandes que tenía el país. Y un talento sin igual del oído absoluto. Esas heridas que con el paso del tiempo a veces me brotan de lágrimas. 

La autorreferencial pasaba por aquí: No soy de esos. O sí. Morbos. Sé que te puedo clavar un chiste que tiene que ser explicado por un decodificador de influencers que pasaron por un focus group con todos los participantes empepados para que se entienda simplemente:


"¿Qué te pasó? ¿Qué te hicieron? Quién te hizo daño?"


Pese a todo, todavía tengo algunos momentos para extrañarla. Cuando el sodero siempre toca a las 9.


Girl Gone Wild by Madonna

PD: "Buenas. Soy la hija del verdulero y la ama de casa"  (-1/4/2012-)




jueves, 13 de diciembre de 2018

Nunca más volvimos a vernos.

Me está costando crear ficción. Una compañera del trabajo me consultó sobre textos de ficción para llevar de regalo a México y muchas opciones no tuve a la hora de recomendarle libros.
-¿Qué les pasa? Les agarró a todos por las redes sociales. En el ready-made. Me dijo.
El fin de semana pasado mi hermano me contó que lo que está pasando es que la tecnología está ocupando mucho el tiempo para el proceso de crear historias.

Estuve buscando material que usé en otros tiempos para retomar el proceso perdido y recordé releyendo a otras situaciones donde mis energías fluían con otra libertad. Ahí me quedaba sumiso hasta el final. En el teatro.

Recuerdo que el último año por haberme comportado mal en una fiesta de cumpleaños se ensañaron conmigo hasta el último ensayo y me pusieron como reemplazo de actriz a la última mujer con la que salí en mi vida. Creo que lo repito como texto de entrenamiento este hecho. Hubo un antes y después de la noche del 1° de Octubre de 2011. Cada uno tendrá sus razones que no recuerdo de la borrachera que tenía para juzgarme.

Me hizo darme cuenta un psicólogo, compañero del curso, al año siguiente.
- Para la muestra nos dimos cuenta lo que hicieron con vos. Varios no vamos a seguir. Me dijo como un gesto solidario.
Sé que él continuó. Había otra fortaleza en él. Justo estaba yendo a inscribirme para cuarto año. No volví a estudiar teatro desde 2012.

Y regresé a la escuela. Años después. Como espectador. Y vi como crecieron, todo me era desconocido. Era un turista en ese espacio y mi progresismo se había esfumado con tanta decepción. Fue cuestión de tiempo. Era un lugar donde después de mucho tiempo lo sentí como un lugar de pertenencia. Incluso me dieron trabajo los fines de semana.

Todavía sigo escarbando en busca de ficción aunque me siento arrinconado por un ego lleno de una ambición que aparece como un vestigio de esas fiestas de Dionisio. Y sigo señalando ahí. Cuando me preguntan qué libro me gustaría tener.
Creer o reventar.

Candyland by CocoRosie