miércoles, 30 de noviembre de 2016

Seguir mi voz crítica.

Hoy es un problema. Me puse muchas reglas para escribir. Incluso para tocar. Cuando puse los audios en directo me salieron horribles. Un sonido que no sale. Hay una palabra que se traduce mal. Lo toqué sin grabar y salió de otra manera. Presioné de un modo y se me cayeron todas las ilusiones. Las prácticas.
Un teclado lleno de sonidos se volvió un ruido. Una guitarra que zapallea en joda se volvión puchero. Volátil como su aroma. Las mezclas que no se escuchan. La soledad de la noche que no lo resuelve. Cada vez que tocás hay una fibra que no coincide con tu oído. Tocás y repetís. Corregís. Tocás y se resuelve. Deja de ser natural.
Me estoy volviendo loco porque lo que salía en un toque ahora demanda más tiempo. Hay cosas que dejaron de ser normales. Una combinación de palabras o sonidos tienen otras reglas que llevabas como parte de la naturaleza. Ahora se ensayan.
La pasión quedó fuera de plano. Ideas de normal se fueron en el pentagrama. Películas que ibas a ver se quedaron en una caja. Instrumentos que tocabas se llenaron de polvo y desafinaron. Lo que cantabas dejó de ser posible. Todas esas herramientas que dejaste de lado por cierta atención. Los autores no te siguen más.
Antes una borrachera eran por solo instantes. Hoy es por un tiempo de las llagas en un descanso de las escaleras. Lo divertido se me volvió serio sin verle algo improvisado. Para quedar bien en lo riguroso.

viernes, 25 de noviembre de 2016

Mi tartamudeo del lenguaje.

Parece que me habla pero no. Me obsesioné con un perfil de Twitter que deja frases incompletas plagadas de entimemas. El problema de los tres puntos. Algunos cambios tuvo con el paso del tiempo pero hay frases que me quedaron en mi imaginación. Se me hicieron carne. Patente sin decirlo. Se volvió un coral de metáforas infinitas.
A veces por exceso de significantes se me plagó la cabeza de ideas y cuando quise llevarlas al papel me quedé sin energías para escribir lo que me pasa cada vez que leo. Me dejó recalculando por horas como cuando repetís una canción todos los días de la semana. Una y otra vez pero con sentidos diferentes cada vez que la escuchás. Un chico de bigotes que se te cruzó por la calle.
En algún momento lo sufrí porque empecé a aislarme por las invasiones a mi cabeza, Pude estar horas en silencio sin poder dormir rumiando ideas. Se me cruzaban los hemisferios de frases y hechos desde un dicho a fonemas sueltos sin interlocutor. Me sënsibilicé y llegué a tener alucinaciones. Por las noches veía estrellas fugaces de manera continua. Mi familia no entendía lo que me pasaba cuando me sentaba solo en el jardín de noche. Cambiaban los tonos de mi voz. Me subieron las dosis de la medicación hasta pasar a otra que atenuara lo superlógico.
Ecualizadores de emociones. Ritos extraños que me acompañaban, olores repentinos, frente a la computadora o siguiendo desde el celular. Leí Rayuela en el medio del caos. Incluso en vacaciones en lugares lejanos aparecían referencias similares. No había leído a Auster en ese tiempo. Actos de la casualidad. Muchos soliloquios.
Pasó el tiempo y desaparecieron los entredichos mentales. Aparecieron otras voces en otros perfiles de Internet, en comentarios del Facebook. Algunos ponen números."Todo esta hablándome". Leía diarios personales propios en frases de otros sin ellos en persona. Paranoias. Silenciaba los televisores. Un ombligo muy grande.
Así también cambió mi manera de escribir y de ver las cosas. Leí cuentos míos viejos  y los encontré edulcorados de palabras con muchas adjetivaciones y oraciones largas sin sentido. Una profesora y amiga supo corregirme esos errores. Era muy barRockón.
Ahora mis textos empezaron a carecer de sentimientos. Nunca vas a encontrar amor en esta película porno. Muy críptico para algunos. Sin buscar esa condescendencia fácil de sacar. Empecé a buscar otras formas de expresión. La música siempre me acompañó con estos cambios. Llegué a dejar de escuchar lo que más me gustaba para caerle bien a las personas.
Perdí muchos amigos en la batalla del lenguaje y argumentaciones. Yo los borré desde que se murió mi papá. Me arrepiento, no puedo hacer mucho ahora. Empecé a ver otras razones para dejar de ser amigo de. Nadie me retiene porque yo tampoco lo hago. Aunque me mate con la nostalgia. La guillotina sin revolución. Seré el virus de un país.
Esos perfiles continúan pero dejé de darles la relevancia que les daba. Pueden ser las pastis o el desgaste. Hay causas que me sacaron la euforia. El trabajo me condenó a ser fluido y poco concreto. La felicidad se convirtió una linda palabra. Eso. Como las vacaciones. Habrá que pensarlas para llenarlas con algo. Por ahora son andamiajes sin proyectos. Como mis vínculos. 
Sigo buscando algunos gesto por las calles. Y los encuentro multiplicados. Lo que no viví en los rostros. Recuerdos. Necesitaba gritarlo antes que me tires un chancletazo. Si callo es porque me enteré que yo soy tu enemigo.

martes, 22 de noviembre de 2016

El pitido desde el pulmón cuando soplo un espantasuegras.

Empecé a leer un texto sobre los bloqueos creativos. Es de Julia Cameron. Bastante conocido para algunos. Estoy probando algunas cosas que en algún momento me funcionaron como metodología de trabajo. La recontra verdad me dejó a la intemperie de una noche con Luis Mayluz, el chongón de la semana.
Por otro lado, una chica que está en la escritura hace tiempo me pasaron algunos tips que antes usé y por algunos miedos que empezaron a aparecer. Críticas mal recibidas y con tono amenazante, por lo que dejé de usarlas. Ella me pasó el caso de Pierre Menard. Me quedé perplejo porque hay un montón de influencias que dejé de lado por las formas.
Hay algunos caminos que tomé en un principio que hablaron de un entorno en el que me movía y supe enmascararlos en los primeros textos. Hoy los estoy descubriendo. Un dato no menor. 
Un adolescente que nunca fue a una fiesta de 15.

viernes, 18 de noviembre de 2016

Rasgos en un globo que adolece convivencias con E.

La casualidad me llevó a otro lugar. Como cuando te quedás dormido en un lugar y aparecés en otro. Revisás sus órdenes en los bolsillos y hacés dedo para llegar a tu casa. Un barco que zarpó sin vos.
Una semana vacía de lecturas por el giro de los acontecimientos. Me encontré con caprichos inmediatos. Gritos reproducidos por WhatsApp en el subterráneo de Buenos Aires. Hojeé un libro de los que ya los fueron. Marcado a tres cuartos del final. Encontré otros denominadores de mi locura como parte del karma. Cada vez que toco un arpegio desde la guitarra que se desafina en el nylon. Otros comparten errores como logros. La zanahoria que me rallé frente al mar. Eso figurativo que se certifica entre tantos prejuicios que en silencio dibuja pliegues en la frente. Agallas perdidas e irrecuperables en permitirme un margen de error. Sobredimensioné entidades. Igual aprendo, eso no se puede negar.
Hace mucho que no cocino como tampoco limpio para estos festejos.

sábado, 12 de noviembre de 2016

¿Había que contar las cosas antes?

Prefiero hacerme la paja antes que mi verdad.

No debería escribir pero lo hago. Escabio veo cosas que se fueron y se sostienen igual sin vos. La memoria nos juega como una manera misteriosa para levantar la copa. Y hace tiempo que me quedé sin casa. Como el arrepentido.
Lo que puedo construir como un fututo seguramente será sobre pasos pasados. Los silencios de sillones que pude llenar. Las películas que no vi. Las personas que dejaron de visitarme.
Leí un libro de un coach en este tiempo. Vivimos con ellos hace tiempo y tengo un problema serio. De convivencia cada vez que empino una botella. La agresividad que no se despide de verdad de mis propios demonios. Todos esperan que escupa de mi verga una verdad.
Una repetición desde el silencio como una lágrima que dejó de escuchar voces.

viernes, 11 de noviembre de 2016

Otras formas de despedirme.

Siempre tuve la costumbre de agarrar las cosas y salían. Ahora es un poco más complejo. Antes agarraba una guitarra y con una lapicera, las escribía. Pero empecé a encontrar otras complejidades a la hora de grabar. Un sostenido.
No es fácil elegir el canal. No hablemos de efectos porque se desdibujan con el cursor. Ahora es todo digital y a la hora de decidir con cuál me quedo me vuelvo frío. Probé acustizando todo y el ruido desde afuera es el mismo. El insulto interior se expresa y no sé dónde me lo guardé.
La represión vino desde un afuera cuando había cierta libertad ficcional. Buscamos el cable que falta para que no se grabe. O no sea grave. Buscar un té adecuado antes de irme a dormir. O un libro. Los audios repetidos que te despiertan con el sinsabor. Sueño cosas extrañas. Autos de juguetes y señoritas. Sin polución.
Programar como los detergentes pasa como cuando dibujabas y empezaron a decirte hay que ahora se suman esos palitos desde tus garabatos. Nos cuesta decir hola frente a una relación. Y creen que ahora se usa menos para limpiar.
Antes no me miraba al espejo antes de salir. Ahora combino micrófonos con tonos, para que no se oxiden. Un antes y ahora se complicó.Y me miran como si no fuese un problema. Me pregunto ¿Cómo creen que se sostiene todo eso así? Salir es una. Lo otro se encuentra.

miércoles, 9 de noviembre de 2016

Loops para soñar de nuevo. ^^Creencias^^

Estoy acotando algunos materiales y armé un conglomerado de artistas que influenciaron ciertas escrituras para separarlas por un tiempo. A veces sostenerse sobre la base de una misma fórmula llegó a un punto que se me secaron las emociones como motor creativo.
Hace un par de semanas escuché una canción que no tenía relación con nadie en particular y se me plagaron recuerdos con una persona que deseé hace mucho tiempo atrás como musa de inspiración. Un pasado increíble que me pasó como metáfora. Creía que se sostenía aparte. De Bibio.
El paso del tiempo como los cambios reales a la hora de pensarme en un futuro cambiaron. No sé si para bien. Uno nunca sabe que es lo bueno para uno, pero me di cuenta que he vivido una ficción muy grande a como pensaba y no puedo sostenerlas en el tiempo. Cuando empezás a escucharte de verdad cuando grabás. Con todos esos equipamientos que tenés y no sabés usar. Cuando no planificás sobre el futuro y ya sabés que no te da.
En algún momento de mi vida creí que era independiente y la soledad me ha dejado a merced de adicciones que se han llevado muchos logros que llevaron muchos años en una repentina caída libre. No es la primera vez que me pasa. Muchos vicios que se hicieron hábitos. Días de la semana que se volvieron suicidios. Persecuciones animadas con repentinos encierros. Demasiados bloqueos para creer en una sola persona.
Encontré un paso que nos dio una vereda distinta a la hora de pensar que prefiero no copiar. El amor se expresa con otras palabras, incluso cuando empiezan a separarse por los silencios.

viernes, 4 de noviembre de 2016

Efectos de la casualidad

En estos días publiqué un texto sin querer. Creo que por error, nunca me di cuenta si el texto se disparó o algún chino democrático me lo sacó de los borradores. El escrito estaba incompleto. Al principio me puse mal porque el documento estaba sin corregir y no había llegado a desarrollar una idea principal. Muchas introducciones sin nudos. Ni hablemos de desenlace. Eternos bucles.
Tuve en algún momento del brote psicótico que sufrí hace nueve años atrás que no me entraba la contraseña del correo y pensé que estaba siendo perseguido. Era una modificación de la frase y no me acordaba. La situación no daba para que me subieran la medicación. Estaba muy paranoide por todo lo que me pasaba. Tenía la conciencia rota y creí que mi familia se ponía en contra en todo.
Había un libro que creía que se lo habían llevado. Cancha con Niebla de Ricardo Bartís. Y estuve mucho tiempo pensando que me lo robaron del placard. No. Se lo había prestado a una compañera de teatro de ese tiempo junto con Fragmentos de un discurso amoroso de Roland Barthes. Hoy creo que mi familia ni sabía de la existencia de ese libro. A Lucía me la crucé un par de veces en la parada del colectivo por Boedo cuando vivía allá. Nunca le reclamé el libro. Me compré otro Bartolo y consulto a Roland con un ejemplar que tiene mi hermana.
Estuve recuperando y ordenando algunos libros de teatro que tengo. Los puse para leer después de algunos otros que tengo en lista frente a los problemas de bloqueo creativo que estoy sufriendo hace  años. Voy a retomarlos. Algunos son clásicos y otros tienen nuevas ediciones con más compilaciones de textos. De dramaturgia, ensayos y obras. No creo que retome el teatro como actividad, se complica con mis tiempos actuales. El teatro demanda otros tiempos ante la inmediatez de mi vida. Y ahora tampoco tengo la pasión que le tenía. Como un ego nunca resuelto.
A veces las obsesiones, sin que nos demos cuenta, nos juegan malas pasadas como cuando no ensayaste ni te aprendiste los textos para cuando ibas a clase de teatro. Como alguien dijo alguna vez, "La Tranquera viene floja" y tenía razón. Creamos máscaras de lo que creemos ser y somos puros intentos acartonados. Sé que también se me dispararon las entradas con un delay involuntario. Como Mil, lo dejé dentro del margen de errores.
¿Aflojarme con los relatos del yo? Buena pregunta. Bucles de yo yó Matic.

martes, 1 de noviembre de 2016

Alacena

Tengo un tema con los muertos. Sí, desde el 2000 se supone que vienen personal pero vienen desde hace mucho. Desde el tío de mi viejo como mi abuela materna que quizá supo de mi hermana que crecía desde la panza de mi mamá mientras se iba.
Hay algo que dijo mi abuela antes de morir y se lo dijo a mi tío antes de morir y debe ser un karma. Se resume de una manera nunca fidedigna: Nunca les dije lo que sentí por ustedes, pero que sepan algo que nunca les dije: Que los quiero mucho. Mi tío se lo contó a mi mamá y creo que se hizo carne.
Mi vieja cada vez que no estamos enemistados o sí, siempre tenemos un código para comunicarnos. A veces hago de médium con mis hermanos. La relación, para algunos perversa, con mi mamá cambió hace una semana.
Rompi las alacenas de la heladera, sin querer. Si lo analizo tenía sed. Un estruendo despertó del sueño a mi vieja y a mi hermana y algo apareció. Un cuerpo duro que caminaba por la casa.