miércoles, 4 de mayo de 2016

Birdman o lo que nos salió antes de tiempo.

Me pasaron varias cosas cuando vi esta película. La vi fuera de modas y tendencias. Cuando quizá pude festejarlas como un logro las veo como un manojo de té que añeja las ropas. Me pasó algo similar con The Black Swan.
Hay cosas que pasan en lo artístico que no puede ser todavía agenciado por los burócratas de la dramaturgia ni los críticos. Lo que le pasa al actor cuando llegó a algo y no puede despegarse del personaje. Me pasó y me pasan con varias obras que encarné y que hice como actor. A veces la investigación y la búsqueda del hueso del personaje no tienen que ver mucho con uno y se conectan como discursos que nos dominan del todo. Sin justificar, te golpean y te dejan tieso.
Creo que siempre busqué el dramatismo en exceso y por algo no llego a estar en paz con lo que es un personaje. Como crearlo, transformarlo en este mundo mundano. Aunque suene cacofónico, los personajes tienen una humanidad, aunque sea condenable, necesitan estar. Sino todo se resume en los horarios programados, sin conflictos.
Hay algo que aprendí de los abusos que he cometido y de los que se han aprovechado en mi vida. Y es que más allá que se repitan en las secuencias, el arte me sanó para no volver cometer los mismos errores. Aunque me dejen de hablar de por vida. Me han tildado de violeta sin escenarios. Frente a un mar desconocido. Sin ir tan lejos.
Tenía una amiga que tildaba a todos sus amigos como gays y a mi no me tenía en ese flanco. Hoy sabemos muchos que ya no nos hablamos. Me gustaría intencambiar unas palabras, como cuando le pregunto a alguien en la calle por qué están cortando la calle. Ninguno de nosotros sabemos por qué subjetivamos al otro y lo que creemos que somos.
Volemos, sin volarnos tanto los cocos. Das lo que das, a veces, sin darte cuenta.