viernes, 11 de noviembre de 2016

Otras formas de despedirme.

Siempre tuve la costumbre de agarrar las cosas y salían. Ahora es un poco más complejo. Antes agarraba una guitarra y con una lapicera, las escribía. Pero empecé a encontrar otras complejidades a la hora de grabar. Un sostenido.
No es fácil elegir el canal. No hablemos de efectos porque se desdibujan con el cursor. Ahora es todo digital y a la hora de decidir con cuál me quedo me vuelvo frío. Probé acustizando todo y el ruido desde afuera es el mismo. El insulto interior se expresa y no sé dónde me lo guardé.
La represión vino desde un afuera cuando había cierta libertad ficcional. Buscamos el cable que falta para que no se grabe. O no sea grave. Buscar un té adecuado antes de irme a dormir. O un libro. Los audios repetidos que te despiertan con el sinsabor. Sueño cosas extrañas. Autos de juguetes y señoritas. Sin polución.
Programar como los detergentes pasa como cuando dibujabas y empezaron a decirte hay que ahora se suman esos palitos desde tus garabatos. Nos cuesta decir hola frente a una relación. Y creen que ahora se usa menos para limpiar.
Antes no me miraba al espejo antes de salir. Ahora combino micrófonos con tonos, para que no se oxiden. Un antes y ahora se complicó.Y me miran como si no fuese un problema. Me pregunto ¿Cómo creen que se sostiene todo eso así? Salir es una. Lo otro se encuentra.