viernes, 4 de noviembre de 2016

Efectos de la casualidad

En estos días publiqué un texto sin querer. Creo que por error, nunca me di cuenta si el texto se disparó o algún chino democrático me lo sacó de los borradores. El escrito estaba incompleto. Al principio me puse mal porque el documento estaba sin corregir y no había llegado a desarrollar una idea principal. Muchas introducciones sin nudos. Ni hablemos de desenlace. Eternos bucles.
Tuve en algún momento del brote psicótico que sufrí hace nueve años atrás que no me entraba la contraseña del correo y pensé que estaba siendo perseguido. Era una modificación de la frase y no me acordaba. La situación no daba para que me subieran la medicación. Estaba muy paranoide por todo lo que me pasaba. Tenía la conciencia rota y creí que mi familia se ponía en contra en todo.
Había un libro que creía que se lo habían llevado. Cancha con Niebla de Ricardo Bartís. Y estuve mucho tiempo pensando que me lo robaron del placard. No. Se lo había prestado a una compañera de teatro de ese tiempo junto con Fragmentos de un discurso amoroso de Roland Barthes. Hoy creo que mi familia ni sabía de la existencia de ese libro. A Lucía me la crucé un par de veces en la parada del colectivo por Boedo cuando vivía allá. Nunca le reclamé el libro. Me compré otro Bartolo y consulto a Roland con un ejemplar que tiene mi hermana.
Estuve recuperando y ordenando algunos libros de teatro que tengo. Los puse para leer después de algunos otros que tengo en lista frente a los problemas de bloqueo creativo que estoy sufriendo hace  años. Voy a retomarlos. Algunos son clásicos y otros tienen nuevas ediciones con más compilaciones de textos. De dramaturgia, ensayos y obras. No creo que retome el teatro como actividad, se complica con mis tiempos actuales. El teatro demanda otros tiempos ante la inmediatez de mi vida. Y ahora tampoco tengo la pasión que le tenía. Como un ego nunca resuelto.
A veces las obsesiones, sin que nos demos cuenta, nos juegan malas pasadas como cuando no ensayaste ni te aprendiste los textos para cuando ibas a clase de teatro. Como alguien dijo alguna vez, "La Tranquera viene floja" y tenía razón. Creamos máscaras de lo que creemos ser y somos puros intentos acartonados. Sé que también se me dispararon las entradas con un delay involuntario. Como Mil, lo dejé dentro del margen de errores.
¿Aflojarme con los relatos del yo? Buena pregunta. Bucles de yo yó Matic.