sábado, 22 de junio de 2019

Las aventuras del gordo peterete XII

El choto veía un poco la historia. Se quedaba entre los deseos de otros para pensar en el baño. No había cigarrillo que lo deslumbraba para darse cuenta que la chica de aquél antaño estaba en su gusto. Puso Mayonaise de los Smashing Pumpkins. El choto no pensaba como casual.
El choto se quedaba en el cuarto lleno de alquitrán para pensar en algo. Ella le gustaba porque iba a escuchar la misma música, porque sus ideas políticas lo iban a motivar. Por que los escritores que ella publicaba lo iban a poner en sintonía.
El choto trataba de ponerse a tono. Cada nuevo artista que ella ponía de forma oculta a él lo iba a fascinar hasta el punto de ponerse como fan. Como le pasaba con Aristimuño u Onda Vaga. El choto buscaba las actualizaciones de esos artistas. Buscaba las armonías para hacerse más genial. Al choto le pasaba como al gordo. Buscaba puntos en común sin saber.
Al choto le iban a avisar por una impresión que las cosas cambiaron. Con la inflación no le iban a avisar que las historias heteronormativas sin perversiones no se venderían más.
Cuando leyó las lecturas, el gordo venía de un bajón de escabio.
Lo vio entre paradas del colectivo 132 en plaza Once.
Le quedaba poco. Para llegar.

Cielo de Daniel Melero.

PD: Hay gente que escucha en capas armónicas que uno, aún, no entiende...