sábado, 6 de octubre de 2018

En una fiesta

A lo que fue la historia anterior que puse como un enigmático sobre una obra de teatro que me gustó, en algún momento de mi vida sentí que habían otras obras que me hablaban a mí o decían cosas que se relacionaban con publicaciones que hice en estos 20 años. Un ombligo muy grande, digamos. Una historia de Charlie Kaufman. Sin marihuana. Escribo o intento hacerlo desde antes de Reykjavik, desde mediados del 2000 y antes también en mis cuadernos y agendas adolescentes.
Algunas cosas las retuve y se amalgamaron en ese blog que está cerrado como parte de un ciclo de mi vida. Antes hacía jugarretas con la muerte en cada episodio como una especie de burla existencialista suicida mezclado con South Park (moría en cada episodio) y ahora estoy presentándome como un homosexual sufrido con hiperrealismo. Téngame lástima, señor lector. Estoy con menos maquillajes que antes. Ciertos momentos de ese afán de escribir en ese blog fue un lost weekend, en palabras de Calamaro.
Sentí que esas obras de teatro que no tenían autores específicos pero sí en una seguidilla de actuaciones veía cuando salía un zapatazo desde adentro de la obra para romper ese cristal imaginario de la cuarta pared. Y me zambullía en un mundo paranoico. Como me pasó con Helen, Jere y los niños. Es alcohólico. Estás quemado. Está muy oscuro. Mirá quién vino. Los que difunden teatro. Es Code, como el perfume. Fraseos y errores en los pliegues de los textos en  el tono de la acción como misiles teledirigidos a mi mente. Alguien se rió entre el público que me dio escalofríos como Edgar Allan Poe. Y rumié mucho, mucho hasta clavarme las bielas. Quedé como un televisor desintonizado y con los controles de los ecualizadores de emociones falseados.
Aunque sé que me pasó también con obras de amigos míos, incluso algunos textos de cuentos  que hacían referencias directas a mi nombre en 2011. Pero llamarse Pablo en todos lados cuando tu nombre es otro lo dejaría para las sesiones de un psiquiatra. O hubo un fuego amigo.
Me pasó a mí cuando actué para una única función que señalé a un amigo en la platea de Andamio 90' y hablaba de los locos. Después de la función mi amigo me dijo que sintió que le decía las cosas a él. Habían 40 espectadores. No soy una estrella ni fugazetta, ¿Casualidad?
Hace dos meses que no voy al teatro ni tampoco tengo el deseo. Después de Próximo de Claudio Tolcachir hubo un presente paralelo que se rompió frente a mí. Me puse los anteojos por él.

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