miércoles, 1 de octubre de 2014

Cada vez que escucho

Volaba
con los discos
que calmaban
mi angustia.
El chofer tenía
estampitas
en el techo del taxi.
Esos que te rompen
el silencio,
de la noche sonrosada.
De alguna manera
los anhelos
se abrieron,
pude dar algunos pasos.
No entendí
muy bien
porque me costaba.
Tampoco lo supe
después.
Los equívocos
más presentes.
Los números de la mañana.
No estoy
tan justificado
ni los interlineados
que me separan.
Cuando escribí
traté de acordarme
con menos pausas.
Hay agujeros
que antes no hacía.
Algunas cartas
marcadas
se quedaron
fuera del mazo.
Lo sé.
Y son las espadas
que la predisgitadora
está pensando ahora.
Me corre el sudor
por la frente.
Las balas rezumban
como mosquitos
por las ovejas.
Los focos
se disipan con velas.
Un láser marcado
sin humo.
Da vueltas.
Gira lentamente
un redoble,
una vista.
Una pierna como un ojo
hormigûenza.
Una pista
que salió
sin cuantizar.