jueves, 23 de octubre de 2014

Como fantasías

Esos combates
que se vienen
con la estación
de servicio.
Es necesario
parar un poco,
aunque sepas
que seguís viajando
con las atracciones
del Pandora´s Box
en la madrugada.
Ayer te diste cuenta
cuántas veces
perdiste
y te hiciste el resentido.
Acordate de las orquídeas
que se encallaron
de la thnorrcormetta.
Llevarle la cámara
que te visitó
con tu médico.
Lavarme las manos
de la grasa del coche
en la sesión.
Vender el auto
para mudarse,
quizá ya lo entregó.
Las pastillas olvidadas.
El recetario con las facturas
que compró tu hermano
en la esquina.
Frente al río.
Lo conozco por fotos
y lo divertido del chizito
gomoso.
La evasión.
El programita online.
Jugar al psicólogo
del entregado.
Lo que a otros es fácil
de resolver,
como al pachuli
con el respaldo de
la reposera cortajeada,
a vos se te chanflea
la espalda con
el ventilador
destartalado.
Nadar sin lo planificado.
La crueldad
que se nos dibujó
en la cara
cuando nos enteramos
de algo pintando
con las líneas en la cara.
Toda la eses escondida.
Tom, alguna vez
lo dijo haciendo un vivo,
tomamos un poco,
un poco de más.
Nos fuimos de
las pistas.
Nos agitamos.
Pienso, no lo actúo
en llenar
esos espacios
donde la electricidad
pasó por los suelos
y dejé de caminar
con chancletas
de estrellas que se escapan
de los corsos de
hinchada
a contramano.
El papel picado
se nos cayó
a todos en un eclipse.
Total,
no lloramos,
se nos secaron los del Bolsa,
con los pulmones
todavía llenos de fango
abajo, en el subterráneo.
A veces pienso en Pablo,
el que salía con la lata,
él, que iba
con las bibliotecas,
Ya no pasea su perro.
¿Se habrá puesto el cinturón?
Se puso esos
chupines
a rayas con la mancha
de lavandina.
Las quiso eliminar
con borratintas.
Agendé cada vez
al qué le pasó
cuando le pasó;
sonrió medio inútil.
Se me acabaron los discos,
ahora los que pretenden
se escuchan en festivales
teatrales,
Lucía en el cine,
salió de la librería
y le decía
al protagonista
que esso siempre pasa.
Visité la vidrieras
llenas de espejos
de lo que fue
un centro cultural
a cuadras de mi embate
con fósforos
y cebitas.
Quizá la vea en Montevideo
y Corrientes.
Todavía tengo el dolor
al lado,
aunque no lo sienta.
Dejé secarme
en la culpa.