martes, 17 de marzo de 2020

Sueles dejarme...

No estoy leyendo tanta literatura. Estoy comprando libros pero no los estoy comenzando a leer. O no los sigo. Empecé este año con un libro que me obligué a leer como una continuación después de Rabia de Sergio Bizzio. Es un libro de cuentos que se llama Chicos, del mismo autor, que incluye el cuento de donde se basó la película XXY de Lucía Puenzo. Film que me cambió bastante la forma de ver las cosas en ese tiempo. En la posibilidad de superar el famoso binarismo relamido. Allá por 2007 y cuando empecé a enamorarme más de los hombres. A las mujeres las quiero, pero es para otro tango. Quizá sí como musa. En algún momento funcionó para la escritura y empecé a ver cierto momentos utópicos en mi vida. Un romanticismo edulcorado de a litros.
No estoy hablando de 2011 porque en ese año estaba leyendo y que tampoco terminé de leerlo. Era  El Pasado de Alan Pauls. Me acuerdo que copié cierta forma de redacción en un cuento donde me quise redimir con una señora después de un pedo negro de hotel. Un talento. Totalmente inútil. Todo para hacerme el cancherito. Así te fue, pirigundín. Es otra distancia, como un virus cercano que se aparece los fines de semana.
Y el otro libro que agarré este año y que lo agarré en el aire, en medio de una compulsión consumista, es Breves Amores Eternos de Pedro Mairal. Empecé con todo el envión que implica un libro que empezó muy bien con los relatos. Después la vagancia del celular, la música repetida, el trabajo y las elucubraciones subidas de pajas mentales, me cambiaron el plano de mis exploraciones. Lo saco a pasear un poco y otro que se suicida por Longchamps trastoca el recorrido. Cambiar de canal y menos mal que no tengo las responsabilidad de tener una casa.... y menos que menos, una familia para mantener. Así se queja cualquiera.
Me doy cuenta que cuando llego a la escritura del tercer relato, poesía o la transfiguración de fonemas, cambio la estructura. Como una pausa del alma.
Lo siento cuando me quedo viendo las luces que empiezan a funcionar mal y titilan antes de encontrarnos frente a la oscuridad. En cualquier espacio. En un estacionamiento, un pasillo, un aeropuerto, una cafetería, un baño... como también en una oficina, ¿Viste?
Será como cuando te atragantás solo. Paulatinamente te vas quedando sin aire.
Y ya no podés gritar.

¿Me repite la pregunta?

Time to Go by Supergrass

PD: Cuando te resignás es un poco así.