viernes, 23 de septiembre de 2016

Las canciones de Díaz.

Te preparaste para una reunión que se frustró antes que se organice. Me lo contaron por las radios. Otra cosa es haber muerto abrazando un fantasma y empezaste la vida, otra vez. Los niños no se asustan con lo desconocido.
Tuve pocas primaveras junto a alguien para disfrutar. Es un mes difícil desde hace años. No tan pronto, bien lejos. El trabajo te da amor como el ocio. Y viceversa. Objeto, máquinas y personas. Retroceso como rapidito, como el chiste ¿Dónde quedará toda esa alquimia? Algunos dicen en el carbono, como unidad del universo completo.
Los ensayos en intimidad no cuentan. Cuando hacía los trips de teatro, me levantaba temprano e iba a trabajar, volvía, me aprendía los textos e iba a los ensayos. Respeté mis sueños para respetarme.
Algunos textos los aprendí en un cuarto que repetía mi voz. No habían muebles que amortiguacen los ecos de la habitación. Iba a los ensayos y sin embargo, estaba disconforme. El debut fue despedida hace ocho años, ya. E igual, pese al ego, nos seguimos leyendo.
En la semana veo a un tipo que vive en la calle, con todas sus bolsas y miradas a los demás. Alguna vez, fui un anarquista como actor. El señor, sin vestuario seleccionado, tiene una remera de República Argentina 1989. Si te atrae la historia de él, está a una parada pasada del Museo del Holocausto del 132 cuando pasa la Facultad de Medicina de Buenos Aires. Tiene una gorra de lana. En la puerta de un colegio al lado de una Iglesia.
Hoy abrió una latita de Coca Cola y me miró.