sábado, 27 de febrero de 2016

Mi papá nunca te usó como escudo.

Estoy con los días de glorias. Mi viejo se nos fue con las botas puestas. Algo que cualquier idiota lo haría con ficción. La muerte no nos avisa. Mi papá se fue sin poesía. Su vida la pobló en lo que quería. Todo lo resumía como un misterio.
Mi papá y yo nos pasaba otra cosa que nunca hablamos como padre e hijo. Mi papá supo que era homosexual y no le importó. Como buena noticia. Él nunca supo lo que pasaba.
Nos enemistamos por cierta falta de colaboración y hoy creo que lo entiendo. Cuando la histeria supera la historia para mantenerse. Cuando tu par te dice todo que no. Como karma.
Mi papá dijo después de la operación, y fue muy claro, ¨"No esperen nada de mí".
Mi viejo siguió trabajando. Se desinteresó de sus pasiones. Nunca tuve explicaciones para su desmotivación frente a las cosas.
Mis sobrinos le dieron vitalidad que se borrarán con lo interactivo. Un nene haciendo señas para proseguir. Mi Eduardo no se suicidó. Se quedó hasta el final diciendo que no se daba cuenta lo que le pasaba.
¿El relajo entre mi viejo y yo? Siempre nos conectamos, cómplices, de otras cosas frente a la queja.