jueves, 12 de febrero de 2015

En repentinos vacíos

Esa ilusión
que se construyó
en mi cabeza.
Estaba un poco
trastocado
por lo solvente
y todo se nubló.
Pasó el tiempo
y los personajes
crecieron.
Sin Nash.
Hubo intentos,
en vagos dibujos
en las toses
de mi papá
a mi espalda.
A mi jefa
la escuché
y me esperó
con un champagne.
Estaba todo
roto,
sin tantos
preámbulos.
A la novia
la dejé pagando
en la pista
de baile.
A la actor
le di tantos
enrosques
que dejé
de pertenecerle.
Se agitó y
soltó.
Siempre
es necesario
hacerlo,
incluso
cuando
equisevocás
algún
sonido
en la madrugada.
Me la creí
desde un principio.