miércoles, 24 de mayo de 2017

Don't Ask Why by My Bloody Valentine

-Cada pareja es un mundo-le dije.
Era el día de San Valentín y todos esperaban rosas. Habían cosas para hacer y nos quemaba la jornada. Los mensajes de la mañana, noticias que asaban como parrilla y el candidato que no sabía hablar.
Me quedé haciendo números con el teclado. El mediodía se hizo áspero después de la hamburguesa que no comí. Dejé de disfrutar en ese instante como si fuese una traición. Cambios en la agenda.
Hice mi trabajo. El clima se cortaba en fetas como un almacenero de la esquina de mi casa. La chica de estación me estaba ignorando. Como sus razones. Hice lo que pude, aunque las críticas dijesen lo contrario.
-Ese recuerdo no va. El otro sí iba, idiota- dijo.
Me quedé perplejo mientras le mandaba a sus listas de contactos que todo lo que hacía, equivocada o no, salían igual.
-Alguien te vivió, ghostwriter.
Y se rió.
Apagué las luces del baño, la cocina y de toda la oficina. Revisé los pasillos y me fui entre la oscuridad. Las calles estaban iluminadas por la humedad de una lluvia pasada. Que no vi.
En la parada del colectivo me pidieron un cigarrillo. Ofrecí del paquete directo.
-Parece que no quiere salir-dije.
Al chico de la calle no le importó la marca. Ni de dónde viene mi necesidad.
-No anda el satélite en esta zona. Esperá hasta que lleguemos a la otra avenida-dijo el colectivero.
Pagué con la tarjeta y llamé por Whatsapp a mi amigo del otro lado del mundo.
Cuando no viajás con los auriculares. "Puede fallar", dijo Tusam.