jueves, 16 de noviembre de 2017

La Madre Teresa de las Crónicas Marcianas Abandonadas

Pasó como parte de la adolescencia pero quizás ahora parte de la ausencia me está pegando en la adultez. Un karma que nos sigue. Ese amigo invisible del niño que no crece. No creo que haya madurado como una fruta en un cajón en el mercadito del barrio. No, la pérdida me puso en otra sintonía para encarar las cosas. Otras meras excusas para darle un puto sentido a la vida.
Lo que escribía hace unos años tenía un tanto terrorífico y todo se volvió silencioso y pasivo. Textos tóxicos que no se me despegan. Un grande, Poe. Y antes también había perdido. Lo que no está más como deseo. Vicios concentrados como un ritual que se cayeron rodando por las escaleras. Una depresión provocada que nunca me pidió permiso.
Cuando empezaron a borrarse las imágenes acústicas de las cosas. Lo que imaginaba por las calles cuando volvés al mismo lugar tiene otra concepción del devenir. Otra edificación, otras inscripciones, otros negocios, otros trabajos. Cambiaron las personas. Cuando visitás un barrio que dejó de tener, para vos, pertenencia. Otros. Enajenados.

En otro (d)espacio
si lo pensás
entre atmósferas pesadas.
Me habrá atropellado
el tiempo en la Tierra.

Un Millón de Años Luz (SEP7IMO DIA) de Soda Stereo