martes, 10 de julio de 2018

Localidades Agotadas


La historia ya se había escrito y como un escape de parte de los festejos, la escuché como un deseo sobre el futuro. A veces pienso que paso varios fines de año en una misma semana. Cuando te quedás suspendido en un cuarto. De alguna manera empecé a sentarme a escribir con lo que podía imaginar. Estaba solo en una habitación llena de humo de cigarrillos cuando para mí era parte de mi hábitat.
Escribí los diálogos a altas horas de la noche mientras luchaba contra mi insomnio tan habitual como los saludos que les doy a los empleados de la cafetería. Y los diálogos los había pensado desde la novela trash “La ansiedad” de Daniel Link. Una obra ensayada y ubicada en tiempos que las personas se comunicaban vía e-mail y habían diagnósticos. Académicos, literarios y médicos sobre un tiempo que ahora lidiamos con aplicaciones.
Hoy cuando me puse a escribir la postilla del día el frío no me dejaba soltar esos pensamientos que cada vez más se van separando de una ficción que armé hace nueve años. Cuando pensé que el clóset había sido un momento pasajero y terminaba de separarme de mi última novia. La famosa de los llamados. Nunca más hablé con ella. Me la crucé en la puerta de una obra de Hernán Morán y me acuerdo que todos los amigos de la época sabían a quién le estaba dando la espalda. Una chica me preguntó: ¿No se hablan? No, le dije y tuvimos un par de cruces por las redes sociales. La chica de los llamados. Ninguna diva de los teléfonos.
Cada uno tendrá su salame de su vida. A veces entre los panes. Otros como un plan fallido. Deberé aprender a que hay gente que prefiere no recordar o ponerte en el lugar nefasto en algún lugar de sus hemisferios. Me pregunto si serán los mismos que quieren ponerse en ese lugar de paladines de un progresismo que no estoy comulgando. Se puede traducir en un silencio cómplice o que nos están rajando a todos los que pensamos diferente al poder actual. Habrá que pagar el catering y el alquiler del salón. Como la habitación donde pude haber estar encerrado. Con los veladores encendidos en la madrugada. Sé que  me despidieron con una canción de Babasónicos mientras me llevaban en la ambulancia plateada y con el paso de las semanas me fueron enterrando con mis actuaciones. Cada vez más desanimadas. Para adolescentes. Fue un rito de tres meses hasta que todos se hicieron para un lado de la balanza. Puedo decir que eran tiempos muy tóxicos gritando desde las redes. Muchas de esas expresiones se fueron borrando. Como el apoyo. Algunas se colaron o fueron invitadas a reemplazar esa situación de calor agobiante de diciembre. Nunca capté la indirecta. Si no lo fue es porque no me di cuenta. O porque ya no quise más. Aunque me hayan pedido alguna devolución propia de la situación. Pensaba que los años académicos se cerraban así. Con un saudade entre los actores.
Uno recuerda como quiere o más como puede. Con los retazos que te deja el quemador de neuronas. Antes me apagaban los cigarrillos en los brazos para cuando me ponía pesado. Hoy la violencia simbólica me atraviesa entre los silencios de los países miembros de la ONU. Me están agobiando otras cosas que mi propio ombligo intolerante.

Right Where It Belongs by Nine Inch Nails