lunes, 30 de octubre de 2017

¡Alguien se clavó un salame!

Quizás sea el problema de ser espontáneo cada vez que me sudan las manos. Las agito con naturalidad para secarlas al aire y me dicen que eso es demasiado amanerado. Los miro y me miro las manos. ¿Dónde está lo amanerado? Me chorrean y las muevo como zumban las abejas.
Tengo un tema con lo que creo que es amanerado o no. Puedo charlar con una persona con temáticas que son del mundillo del "se la come", y sin embargo, en general pienso que no. Gente que habla raro pero no creo que por eso se come la galletita. Me quedo recalculando, nomás. Circulan otros prejuicios. Otro foco de las cosas. Como robots con inteligencia artificial.
He tenido profesores y compañeras de teatro que fueron tildados de gays, lesbianas, tortas, comechingones, cometravas y robacunas. Las robacunas las viví haciendo teatro y antes también. Es casi moneda corriente que respete a las MILFs. Hay una profesora que se comió un pebete. ¿Y cuál es...? Los tildados de gays y lesbianas no paran de comer más que los que tildan de. Todos estos son muy recatados. Empezaría a mirar para otro lado, señores acusadores. Una amiga me dijo la mejor definición del homófobo: es el que le tiene miedo a que a su culo le guste.
Por eso, cada vez que me apoyo en el hombro de alguien es por cariño, algo que ya no es tan fácil que suceda. Esa connotación que me pusiste y me salió, ¡Qué querés que haga, ahora!
Ya no puedo recular.

PD: "Sé que estamos un poco enojados pero quiero que lo sepas..."