viernes, 13 de enero de 2017

Despues de todo

Siempre me relajé. Hace diez años cuando supe decirle a mi mamá que era gay con el tiempo me dijo que me lo tomé con soda. Siempre tiene esa mirada que fue una actuación. Todo lo que decía era una puesta en escena. Como un espectro de la duda.
Miro las calles y no me lo pregunto. Miradas, guiños, gestos y culos. Bultos. Pese al culto, los miro y parpadeo. Debe ser que me gustan los señores que se cuidan, a esta edad. Nunca un sentimiento. Cada uno tiene sus gustos. Mi hedonista.
Mi modelo fue Rockstar. Un diseñador que supo callarse entre las redes y compra ropa en ferias americanas. Las redes de bolsa de cebollas que usó para poner la ropa para lavar. Los que acomodan su vida como si fuese la última siempre me pudieron. Un Carpe Diem que nadie se los preguntó. Los Prodan, a esta altura de mi vida, les pido que se den una mínima ducha antes.
Traté de emular esos modelos. Usé sus ropas, lecturas y formas de afrontar las cosas a la hora de decidir. No salieron. Ensayé otras formas para querer ser. No estoy. Soy ahora.
No funcionó. Ni con pilas indicadas a la hora de decir. Soy Roberto Flores. Me salieron cuando se murió mi papá. En las pastas. ¡Ravioles para el guerrero! Debutó ante la muerte.