miércoles, 30 de noviembre de 2016

Seguir mi voz crítica.

Hoy es un problema. Me puse muchas reglas para escribir. Incluso para tocar. Cuando puse los audios en directo me salieron horribles. Un sonido que no sale. Hay una palabra que se traduce mal. Lo toqué sin grabar y salió de otra manera. Presioné de un modo y se me cayeron todas las ilusiones. Las prácticas.
Un teclado lleno de sonidos se volvió un ruido. Una guitarra que zapallea en joda se volvión puchero. Volátil como su aroma. Las mezclas que no se escuchan. La soledad de la noche que no lo resuelve. Cada vez que tocás hay una fibra que no coincide con tu oído. Tocás y repetís. Corregís. Tocás y se resuelve. Deja de ser natural.
Me estoy volviendo loco porque lo que salía en un toque ahora demanda más tiempo. Hay cosas que dejaron de ser normales. Una combinación de palabras o sonidos tienen otras reglas que llevabas como parte de la naturaleza. Ahora se ensayan.
La pasión quedó fuera de plano. Ideas de normal se fueron en el pentagrama. Películas que ibas a ver se quedaron en una caja. Instrumentos que tocabas se llenaron de polvo y desafinaron. Lo que cantabas dejó de ser posible. Todas esas herramientas que dejaste de lado por cierta atención. Los autores no te siguen más.
Antes una borrachera eran por solo instantes. Hoy es por un tiempo de las llagas en un descanso de las escaleras. Lo divertido se me volvió serio sin verle algo improvisado. Para quedar bien en lo riguroso.