viernes, 18 de noviembre de 2016

Rasgos en un globo que adolece convivencias con E.

La casualidad me llevó a otro lugar. Como cuando te quedás dormido en un lugar y aparecés en otro. Revisás sus órdenes en los bolsillos y hacés dedo para llegar a tu casa. Un barco que zarpó sin vos.
Una semana vacía de lecturas por el giro de los acontecimientos. Me encontré con caprichos inmediatos. Gritos reproducidos por WhatsApp en el subterráneo de Buenos Aires. Hojeé un libro de los que ya los fueron. Marcado a tres cuartos del final. Encontré otros denominadores de mi locura como parte del karma. Cada vez que toco un arpegio desde la guitarra que se desafina en el nylon. Otros comparten errores como logros. La zanahoria que me rallé frente al mar. Eso figurativo que se certifica entre tantos prejuicios que en silencio dibuja pliegues en la frente. Agallas perdidas e irrecuperables en permitirme un margen de error. Sobredimensioné entidades. Igual aprendo, eso no se puede negar.
Hace mucho que no cocino como tampoco limpio para estos festejos.