viernes, 10 de junio de 2016

Una lumbrí que pensó ser gusano.

Hay algo que me pasa cada vez que tomo conciencia de las limitaciones. No es solamente el hecho de llevar hasta las últimas consecuencias de las cosas. También estoy contemplando otras cosas que solamente se la llevarán mi memoria y mis olvidos cada vez más paulatinos. Cuestiones de la edad, quizá.
Hace tiempo que dejé de sacar fotos. No porque se volvió tan común sino porque no tiene tanto sentido para mí. Es como conciencia del ciego. Hubo períodos de sobre exposición de mi vida, mucho antes de la aparición de las redes sociales. Todos tuvimos una carpeta pública en el MSN. Teníamos plata en una época que sacarse una foto salía una fortuna para muchos. Ahora miro un poco para atrás y desde las redes puedo ver la vida de una persona qué desayunó, trabajó, pensó, comió, reflexionó, citó, salió, bailó, escribió hasta tarde, estudió y tantas cosas que me dan mucha vergüenza ajena en menos de 24 horas. Hace unos días me preguntaron si después de un fondo de ojo podía ver y contesté que hasta podía leer la letra chica. Eso sí es propio de mis limitaciones que se van acomodando dentro de mi propio conformismo. Me pasa con otros sentidos y con mi propia memoria. Podés pasar por un hecho estremecedor y lo tomás como un detalle y un minúsculo segundo se volvió una eternidad. Sorderas y otras... ¡Me olvidé cómo era! Como lecturas. Lo que te demandaba antes menos tiempo para resolver en una página ahora sale por cuenta gotas para que esté todo cocinadito como escritura acorde a los tiempos que corren. Un espíritu de microondas. Ni hablemos de relaciones.
Ayer comenté en mi familia cuánto vivirá mi mascota. Con los cálculos aproximados ya vivió un tercio de su vida y dije que sus cenizas van a ser guardadas hasta que se mezclen con las mías. Pareció exagerado, pero mientras lo iba diciendo iba pensando en la conciencia de mi propia muerte antes que pase mi tercio. Un sudor frío corrió por la mesa familiar. La de mi cabeza que cada vez se va apagando de a poco. He tenido otros agujeros negros en mi vida, que con cada blog que voy dejando en las redes se van rezumbando. Lo que creía volví a desconfiarlo y RECALCULANDO.
Es como una obsesión que no se apaga, que algunos se la toman en serio y otros no tanto como la vida de los otros. ¿Será el sol que nos hace mal?