miércoles, 18 de mayo de 2016

Un reemplazo de mí.

Hace un año que convivo con un persona que escribí como personaje años atrás. No es precisamente igual como la imaginé, pero tiene muchas cualidades juntas. Cada vez que la veo parpadeo ante una materialización de una dimensión. Sin Sai Baba.
De alguna manera, cuando concebí al personaje sin la persona concreta amalgamé a muchas personas de mi alrededor. Hoy esa persona convive conmigo. Con sus nombres compuestos, colores, estudios y trabajos. Hasta en su fisonomía y convivencias.Y no la estoy viendo por televisión ni por el teatro. Tampoco por Internet.
Ella, muchas veces razona de maneras misteriosas, como que puede leer mi forma de ser. Me pregunta y se ríe quizá de lo que fui. Tiene la green card para entrar en mi cabeza, como yo a veces me quedo en el permiso para entrar.
Con el tiempo, sigo vacilando. Pero consciente, quizá adrede. Tal vez como un remolino adentro de una historia que se desenvuelve en el paso de un río. Un polen que se nos disolvió antes de seguir escribiendo un relato de un diálogo nocturno. Sin estrellas en la constelación.