sábado, 28 de mayo de 2016

Caretas of cards.

Sé que soy lindo para muchas personas pero, sin embargo, sabemos que no lo resolvemos todo. Hay como un andamiaje que todo lo que brilla es oro. Los nudos de la corbata también tienen otra vuelta antes de llegar a destino.
Vengo de ver una obra que estéticamente estaba extraordinaria (luces, escenografía y banda de sonido) pero, pese al lustro, el lindo que debía brillar se quedó en que solo era lindo para su lugar. Los actores, como grupo se destacaron., Y él, no era un extra, opacó el estado general de las cosas. No brilló, sea por decisión de la dirección o qué, pero me dejó con ganas de no verme al espejo. Surfeó demasiado, en palabras de Francisco Lumerman. Un galán con todas las medallas que no se metió al agua.
En la incomodidad de sacarse el "vean lo lindo que soy" salió cuando se calló la boca, cuando todos jugaban. Y él, estaba callado, con el aparato protector del bruxismo. Ahí fue protagonista, al lado del juego que nos atraía a todos. Una incomodidad buscada y lograda.
Lindo en escena es cuando se ponen en juego otras cosas. Estamos en tiempos que todo es estéticamente pensable y lo pensable irá para otro momento de la vida.
Prefiero lejos la estética de un inconformismo. Pero no la berreteada del artista apesadumbrado. Sino el artista que defienda ese estatus de conflicto para un repensar cuando lo hagas. Afuera de la pizza después de la función.