sábado, 31 de enero de 2015

Volando allá

Cuando escribimos
cosas que
se nos vuelven 
musgo.
Se nos oxidan
los instrumentos.
Tenemos que tararear.
A capella
sin el metrónomo natural.
Nos quedamos
con los hilos
de voz
que juegan
las vocales
y nos vienen
esos cosquilleos
sin tanto bronce.
La varilla
se apagó.
Las manos
nos dictaron
lo que podemos
subir.
Un poco más.
Suspiramos
y berreamos.
No sale
como queremos.
Entonces,
bajando a las profundidades.
Sin esto, 
ni lo otro,
para verte
a los ojos.
Cuando
sin querer
me sumergí
sin tantas esperas
a qué de lo que
te cuento
era bueno
cuando te hacía.
Con otros ojos.